sábado, 24 de noviembre de 2012

#vullmés



Ayer fue un día muy intenso en mi vida. Las buenas noticias de la mañana, no parecían augurar que por la noche iba a acabar con dolor de cabeza de la pena y el llanto. Aprendí, que hay momentos que marcan tu vida, no sé si para bien o para mal, pero sí que sé que ya las cosas nunca volverán a ser iguales. Por mi cabeza inevitablemente pasan infinidad de pensamientos, sobretodo refranes… “el diablo sabe más por viejo que por diablo”, “lo que no te mata te hace más fuerte”, “mantén cerca a tus amigos, pero sobretodo a tus enemigos”…
Hoy, viendo ya un poco desde lejos los acontecimientos, intentando mirarlos con perspectiva, me siento perdida. Ayer solo sentía dolor, rabia e impotencia. Era como una pesadilla de la que necesitaba despertar, aquello no podía estar pasando, no a mí.
Hay una verdad universal que todos debemos afrontar, queramos o no. Al final todo se acaba. Nunca me han gustado los finales. Sé que llegan, pero jamás pensé que “mi final” llegaría así.
El último día de verano, el último capítulo de un buen libro, separarte de una buena amiga…  los finales son inevitables. Llega el otoño, cierras el libro, dices adiós…
Hoy es un día de esos, hoy me despido de todo lo que me resultaba familiar, de todo lo que me resultaba cómodo.
Pasamos página pero solo porque nos vamos, y eso nos duele…
Hay personas que son una parte tan importante de nosotros, que estarán ahí pase lo que pase, ellos son nuestra tierra firme, nuestra estrella polar, y esa voz de nuestro corazón que siempre nos acompañará… SIEMPRE.
Este texto no va de derrotas, de aprendizajes, de despedidas… al menos no va solo de eso. Este texto es para ti. Tú, mi tierra firme.
Gracias por recordarme quién soy en los momentos más difíciles, por estar ahí, una vez más, y por ayudarme a sonreír.  TE QUIERO.