
Un tenue rayo de luz invadió la habitación y dio de lleno en la cara de ella, despertándola. Al abrir los ojos observó la postura en la que se había quedado dormida, en la que se habían quedado dormidos. Estaba de cara a él, con las piernas entrelazadas. La mano izquierda de ella, se posaba dulcemente sobre el pecho de él, como si lo que quisiera fuera notar el compás de su corazón. Él la rodeaba a ella con su brazo derecho. Mientras ella observaba su rostro en silencio, él despertó…
-Buenos días dormilón… -dijo ella.
-¿Buenos días?... ¿Qué hora es?
-Puessss… la verdad es que no tengo ni idea, siempre pierdo la noción del tiempo cuando estoy contigo, pero me ha despertado un rayo de Sol dándome de pleno en la cara, así que… mínimo es de día. ¿Por qué me preguntas la hora? ¿Tienes prisa?
-jajajaj , no… -él sonrió mirándola fijamente a los ojos. -Pero es que yo también pierdo la noción del tiempo estando contigo.
Ya lo había vuelto a hacer, ya había vuelto a regalarle los oídos. Lo conocía demasiado bien, ya sabía que era poco detallista con el lenguaje, más bien soso de hecho. No le molestaba que fuera así, le molestaba que prácticamente las únicas veces en las que le decía cosas bonitas fuera como respuesta a algo bonito que le había dicho ella. Le molestaba porque parecía que lo estuviera forzando, y no lo quería forzar, quería que él se sintiera cómodo. Ella no se consideraba romántica, más bien odiaba a los acariciadores melosos, le ponía nerviosa el exceso de piropos, pero no le molestaban las palabras cariñosas… un “amor”, “cari”, “vida” o “guapa” nunca estaba de más… pero bueno, se consolaba pensando que simplemente quería ser amable con ella, corresponderle con palabras en lo que quizá no le podía corresponder con el corazón, y no podía culparlo, nadie es culpable de lo que siente. Su mente analítica de alguna manera lo disculpaba, pero su corazón se manifestó culpándolo en forma de rechazo físico. Mientras estaba teniendo todos estos pensamientos había cambiado totalmente su postura encima de la cama, ahora estaba de espaldas a él, en posición fetal, con sus dos brazos debajo de la almohada, apretándola, como si quisiera pagar con la almohada el enfado que no podía pagar con él, porque jamás lo entendería, él jamás se paraba a pensar las cosas…
-¿No me vas a dar un beso de buenos días? -preguntó él, pero ella no sabía si interpretarlo como un gesto cariñoso o como una invitación al sexo.
- ¿Un beso? Anoche me dejaste sin saliva…. –a ella ésta le pareció una respuesta que no la comprometía demasiado, si él quería ser cariñoso por iniciativa propia, tampoco lo iba a cuartar. Si por el contrario lo que quería era follar, no iba a negárselo. Si algo había claro en esta relación era la fuerte atracción del uno por el otro. No podía evitarlo, no sabía evitarlo, no quería evitarlo…
-si quieres te paso yo un poco de mi saliva… -mientras él pronunciaba estas palabras había conseguido que ella se girara, y habían vuelto casi a la misma postura que cuando estaban dormidos… ahora estaban más cerca, apenas un poco, pero más cerca.
Es difícil encontrarse dando y sintiendo más que él... es muy difícil.
ResponderEliminarSaludos.